PRESENTACIÓN Nº 4
Hay ocasiones en las que resulta tan arduo como difícil calibrar, y demostrar el peso real de la institución censora en la obra de un autor o de un grupo de obras, sin recurrir dentro del conjunto de las incidencias a su valor cualitativo. Ciertamente no es este el caso que muestra el primero de los artículos de este nuevo número, pues en él, y sin detrimento del análisis cualitativo, los datos numéricos que nos ofrece Lidwina M. van de Hout, para el caso de la literatura escrita en catalán y de Manuel de Pedrolo, como autor que utilizó para expresarse esta lengua, son escalofriantes y no dejan lugar a dudas respecto al trato que el franquismo dispensó a las lenguas regionales, cuyos autores además de encontrarse con la censura”normal” debían superar la censura idiomática, por cometer el “pecado” de no escribir en la “lengua del imperio”.
En los últimos años ha sido el campo de la traducción el que ha dado resultados más prolíficos, en lo que se refiere a la incidencia de la censura en dicho campo. Todo ello viene de la mano de la labor del equipo TRACE – un proyecto conjunto de la Universidad de León y de la Universidad del País Vasco – que al poner el acento en el “cómo”(...se tradujo) nos muestra que es insuficiente la consideración nominal de lo traducido para valorar su peso cultural. Al respecto, y como carta de presentación, pensamos que era idónea la exposición metodológica realizada por Camino Gutiérrez – válida tanto para la narrativa, como para los textos teatrales y cinematográficos – de la que se sirve el grupo TRACE. Una metodología que, como toda metodología bien construida, presupone ya una epistemología, y que para lo que hace a nuestro tema, trata de conocer el modo en el que la censura – conceptualizada como “censura externa”– y la autocensura –“posible norma por excelencia del traductor tipo de la época”– incidieron, como se ha dicho, en el campo de la traducción.
Fruto de esta metodología, y en tanto integrante del equipo TRACE, Carmen Camus nos presenta un artículo en el que relaciona la autocensura con el uso común del pseudónimo en la narrativa traducida del oeste. Busca las causas que indujeron en unos casos, y obligaron en otros, a esconder la propia identidad, descubriendo que este hecho guarda relación con el papel que el régimen otorgó a este tipo de literatura en el conjunto de la producción cultural.
En la segunda entrega del estudio de la obra de Blas de Otero en sus relaciones con la censura, Lucía Montejo nos sigue mostrando el negativo contrapunto dialéctico que el poeta se vio obligado a desplegar en relación con la censura. Leídas las dos entregas, y puesta sobradamente de manifiesto la incidencia de la censura en la escritura y difusión de la obra de Blas de Otero, se adivina también, algo menos manifiesto, por más personal: el sufrimiento del autor en su denodada lucha por no ceder ante las presiones de la censura.
En el contexto de la recatolización extrema de la enseñanza, y centrado en la región asturiana, Carmen Diego, estudia, con una minuciosidad digna de alabanza, el modo en el que se produjo la selección de los libros de texto para la enseñanza primaria. No menos importante que su estudio, es la “recomposición bibliográfica” del listado de los libros seleccionados, y las actuaciones de las comisiones depuradoras de libros. En tanto, en ambos casos, es patente la falta de estudios.
Aunque escritos hace ya bastantes años, los dos artículos de Manuel L. Abellán, guardan toda su vigencia respecto a la temática tratada; pero además de ello, destacamos especialmente, del primero – Censura y autocensura... – su aportación teórica; del segundo, esa primera parte del artículo, en la que se alude al “sujeto investigador”. Sujeto bien peculiar este sujeto que investiga un objeto denominado censura, puesto que la misma, si es que ésta es universal, la sabe también presente dentro de sí mismo.
Cierra el número un excelente artículo de Francisco Rojas, que aborda, dentro de la temática del cambio cultural producido durante los años “60” y primeros de los “70”en España, la aportación de ciertas editoriales a ese cambio cultural. Hablar de las editoriales y omitir la influencia de la censura, como en ocasiones se ha hecho, sería un gran error que aquí no se comete. Por el contrario, es todo un acierto ligar la trayectoria de las mismas, no sólo a sus dificultades particulares con la censura, sino también al contexto general propiciado por la misma, sin desdeñar su proceso evolutivo. Eso y mucho más, pues el artículo, para el periodo que trata, desbarata algunas de las ideas manidas, que hasta la fecha se han tenido como verdades que nadie, más por incuria que por mala fe, se había atrevido a cuestionar.
Finalmente, agradecemos a Douglas Edward LaPrade, la versión en inglés de su artículo aparecido en el Nº3.